La Psiconeuroinmunología

La Psiconeuroinmunologia es una nueva disciplina científica, que se forma a partir de los años 80, apoyada en los descubrimientos de Ader y Cohen de las respuestas inmunitarias condicionadas y que postula la interacción bidireccional entre: el sistema nervioso centra, el sistema endocrino, el sistema inmune y la psique, para explicar la presencia de salud y enfermedad. La Psicoinmunología es el área de aplicación psicológica clínica de las evidencias experimentales obtenidas por la psiconeuroinmunologia.



LA NAVIDAD, LA FIESTA DE LA LUZ

























Pablo Canelones


La Navidad, en términos eclesiásticos es la fiesta religiosa creada en el siglo V para conmemorar el nacimiento de Jesucristo. En términos mundanos es una fiesta arraigada en un conjunto de tradiciones ancestrales como: la adoración del fuego y el sol, que en Roma se retomó como el “Sol invicto” y las Saturnales, que eran fiestas paganas que celebraban los romanos en honor a Saturno. Del 17 al 23 de diciembre, durante el solsticio de invierno, los campesinos y esclavos romanos visitaban a sus familiares y amigos, intercambiaban regalos y celebraban grandes banquetes. Durante las fiestas, los esclavos y sirvientes estaban eximidos de sus labores y podían vestir con prendas parecidas a las de sus señores. Algunos de los símbolos relacionados con esta festividad son: vínculo, prosperidad, abundancia, pertenencia, vida, inicio y fin de ciclos vitales y astronómicos.

La Navidad es una manifestación cultural compleja, que se ha celebrado durante siglos en todo el mundo, con aportes materiales y simbólicos de cada país. Se han agregado comportamientos tradicionales e ideas de contenidos sagrados y desacralizados, acompañados de un componente emocional importante. La reminiscencia inconsciente más primitiva ligada a esta fiesta es la pertenencia al grupo humano que se reunía alrededor de la hoguera. En ese lugar se conservaba el fuego, como representación del sol, que servía para rituales mágicos y para transformar los alimentos de toda la comunidad. De esa experiencia de cálida proximidad derivó la idea del hogar, es decir, del grupo humano vinculado afectivamente que comparte bienes, usos y costumbres. También de allí la importancia de los platos tradicionales en la mesa navideña, porque son expresión de identidad, pertenencia y afecto.

Aunque la manifestación afectiva predominante es el disfrute, también se expresan emociones displacenteras. Una de ellas es la nostalgia, esa tristeza dolorosa, profunda, intensa pero sosegada, que emerge de nuestro mundo interior, asociada a múltiples motivos, entre ellos al desgarro de la relación cotidiana por la separación inevitable y absoluta de la muerte. Por la pérdida del contacto directo con familiares y amigos. Por la pérdida del disfrute de los espacios conocidos y etapas gratificantes pasadas o por estar lejos de la casa materna o de la patria, que es la casa grande. Es la tristeza con dolor agudo, expansivo, que altera la respiración y llega a la garganta con una agitación que se expresa en un llanto sublime, relajante, reparador. Expresión que se cierra con un suspiro de renovación, de calma y aceptación, con una nueva esperanza.

La Navidad, como celebración del fuego, del Sol Invicto, de Saturno y del nacimiento de Jesucristo es la fiesta de la vida, el amor y la esperanza. Es la exaltación de los valores compartidos, que transforman la cocina o cualquier espacio en una iglesia, cuando hay tres personas reunidas que actúan  en nombre de los valores humanos trascendentes. Es el momento del encuentro nutritivo de disfrutar de la exquisita diversidad de sabores del intercambio afectivo. Es la oportunidad de sentir la presencia a los ausentes que siempre habitarán dentro de nosotros. Es el momento de celebrar la vida que tenemos ahora y que se manifiesta en: nuestra respiración que nos inspira, en el movimiento que nos acerca y la sensibilidad que nos estimula. El amor nos da la esperanza de cambiar hasta la propia mortalidad, porque trascenderemos en el recuerdo de quienes nos aman y seguiremos celebrando junto a ellos una nueva forma de estar en Navidad.         



PENSAMIENTO PSICOSOMÁTICO DE MANUEL BARROSO












Pablo Canelones

Manuel Barroso, nació en Caracas, Venezuela, el 1 de enero de 1930, descendiente de isleños, estudió en el seminario de Santa Rosa, en Caracas y se unió a la congregación de los jesuitas, quienes lo enviaron a San Sebastián, España, en el año de 1970, allí se graduó de psicólogo y posteriormente se doctoró en Psicología, en la Universidad Loyola, en Chicago, Estados Unidos. Se separó de los jesuitas y se dedicó al ejercicio clínico y a la consultoría organizacional. Paralelamente ha ejercido la docencia en la Universidad Católica Andrés Bello, en donde se desempeñó como titular de las cátedras de Psicología de la Personalidad y Psicología Clínica. Llegó a desempeñar el cargo de Director de la Escuela de Psicología. Ha sido profesor invitado de la Universidad Simón Bolívar de Venezuela y de la Universidad de Monterrey, en México. Es autor de más de ocho libros, entre ellos: Autoestima: Ecología o Catástrofe (1987), Autoestima del venezolano: democracia o marginalidad (1997), Crisis: la cultura del subdesarrollo (1997), La experiencia de la familia (1999), Meditaciones gerenciales (1999), Autoestima y ecología para niños (2001), Democracia en el tercer milenio (2003)
De su primer libro Autoestima: Ecología o Catástrofe, es el texto referido a la visión de integración de lo psicológico y lo somático como una unidad.

“…Para vivir disponemos de un cuerpo maravillosamente organizado, con venas, arterias, vasos y toda una red de canales invisibles encargados de transportar energía y vida a todos los órganos, estratégicamente situados, para producir bienestar y totalidad. Los órganos se relacionan con músculos, tejidos, células, en íntimo contacto y con sentido propio, a través de la autoestima, la energía fundamental de cada quien. Por otro lado, el cuerpo ha estado en todo momento momento orientado hacia el desarrollo y el crecimiento, con sus recursos propios, flexibilidad y agilidad para adaptarse a las condiciones de vida más insólitas, poseyendo además, desde su mismo comienzo, sistemas de limpieza, alarma, protección, prevención, anticipación, relacionado todo con la efectividad, seguridad, integridad y totalidad de todos los procesos fundamentales.

Por ejemplo, el sistema neurolinfático cumple con la misión muy específica de limpieza del organismo. Dentro del torrente sanguíneo, existen mecanismos de purificación, que expelen y atacan cualquier ser extraño y nocivo del organismo, creando reacciones, anticuerpos que se encargan de mantener activos los procesos de vida. Y si hablamos de recursos creativos de recuperación y curación espontáneos y hasta milagrosos, nos llenamos de respeto y admiración hacia nuestro propio cuerpo, al apreciar la complejidad y precisión de los mismos. Es mucho lo que el organismo posee para estar bien. Cada estructura del cuerpo tiene su propio ritmo de transformación y cambio: el forro del estómago se renueva cada semana, la piel se cambia en un mes, el hígado se regenera en seis semanas, la sangre en un año. Cada cinco años, nuestro cuerpo, hasta el más insignificante átomo, se renueva totalmente. Nuestro cuerpo cambia, crece, se desarrolla y se enriquece, sólo cuando existe el contacto que proporciona la autoestima. Desde el átomo al organismo, a la persona, la necesidad que sobresale es la del contacto…”

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Referencia

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Desde la telefonía fija, hasta los sistemas de comunicación por computadoras o equipos  móviles,  de última generación. La tecnología ha sido un medio para propiciar el encuentro humano y en nuestra actividad psicológica, lograr el acompañamiento, en el proceso de afrontamiento de dificultades emocionales y desarrollo de las cualidades personales. Superando las limitaciones geográficas. Si requieres mayor información ponte en contacto conmigo por mensaje privado o vía WhatsApp +5804166235434 o mi correo pablo.canelones@gmail.com
   


PENSAMIENTO PSICOSOMÁTICO DE DANIEL GOLEMAN


























Pablo Canelones

Daniel Goleman, psicólogo, periodista y escritor estadounidense, nació en 1946 en la ciudad de Stockton, California, estudió en la Universidad de Amherst, Massachusetts y se doctoró en la Universidad de Harvard. Trabajó como redactor del área de psicología y cerebro en el periódico The New York Times y editor de la revista Psychology Today. Ha sido docente de varias universidades, entre ellas la Universidad de Harvard. De importante producción intelectual, en el área de la psicología, reflejada en más de diez libros publicados. El más conocido, con más de 5 millones de ejemplares vendidos y traducido a 30 idiomas, es Inteligencia Emocional (1995). De esta publicación tomamos una reflexión sobre la mirada psicosomática.

“…Finalmente, la ética médica puede exigir un enfoque semejante. Un editorial del Journal of the American Medical Association, en un comentario sobre un informe según el cual la depresión quintuplica las probabilidades de morir después de ser tratado de un ataque cardíaco, señala: “La clara demostración de que factores psicológicos como la depresión y el aislamiento social distinguen a los pacientes de enfermedad cardíaca coronaria de más alto riesgo significa que sería poco ético no empezar a tratar esos factores”.

Si los descubrimientos sobre emociones y salud significan algo, es que el cuidado médico que pasa por alto lo que la gente siente mientras lucha con una enfermedad grave o crónica ya no es adecuado. Ha llegado el momento de que la medicina saque un provecho más metódico de la relación que existe entre emoción y salud. Lo que ahora es la excepción podría -y debería- formar parte de la corriente principal, de modo tal que todos tuviéramos acceso a una medicina más cuidadosa. Al menos eso convertiría a la medicina en algo más humano. Y para algunos podría acelerar el ritmo de la recuperación. “La compasión”, como le dijo un paciente a su cirujano en una carta abierta, “no sólo consiste en tomar a alguien de la mano. También es una buena medicina…”

Referencia
Goleman, D. (1996). La inteligencia emocional. Buenos Aires: Javier Vergara Editor (pág: 220)


PENSAMIENTO DE INTEGRACIÓN PSICOSOMÁTICA DE A. MASLOW

                                









Pablo Canelones

La referencia de hoy de la integración psicosomática, la encontramos en la obra de Abraham Maslow, (1908-1970) psicólogo americano, nacido en Brooklyn, de padres judíos, emigrantes de Ucrania. Realzó sus estudios hasta el doctorado en psicología en la Universidad de Wisconsin, su aporte más conocido es su teoría sobre "La pirámide de las necesidades humanas". Se desempeñó como docente e investigador en la Universidad de Columbia, con una producción de investigación y aportes teóricos que publicó en revistas especializadas y libros. Su visión novedosa de la psique, sirvió de base argumental para la fundación de la Psicología Humanista o "Tercera Fuerza", entre el Conductismo y el Psicoanálisis. Fue presidente de la Asociación Norteamericana de Psicología. En su libro “El hombre autorrealizado” expone sus ideas sobre la tendencia natural hacia la salud y el bienestar así como los obstáculos para conseguirlo.

“…Estamos aprendiendo que el estado de existir sin un sistema de valores es patogénico. El ser humano necesita una trama de valores, una filosofía de vida, una religión o un sustitutivo de la religión de acuerdo con la cual vivir y pensar, de la misma manera que necesita la luz solar, el calcio o el amor. A esto lo he llamado “necesidad cognoscitiva de comprensión”. Las enfermedades de los valores surgidas de la carencia de valores reviven nombres diversos, como anedonia, anomia, apatía, amoralidad, desesperanza, cinismo, etc., y pueden convertirse asimismo en enfermedades somáticas. Desde un punto de vista histórico nos encontramos en un interregno de los valores en el que todos los sistemas de valores externos se han manifestado como fracasos (políticos, económicas, religiosos, etc.), es decir, no hay nada por lo que valga la pena morir. El hombre busca incesantemente aquello que necesita, pero no posee, y está peligrosamente dispuesto a lanzarse sobre cualquier esperanza, buena o mala. El remedio para esta enfermedad es evidente. Necesitamos un sistema de valores humanos comprobado, utilizable, en el que podamos creer y al que podamos consagrarnos (por el que estemos dispuestos a morir), por el hecho de que son verdaderos y no porque nos hayan exhortado a “creer y tener fe”…”

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Referencia

COMPORTAMIENTO DE LOS SUPERVIVIENTES AL SIDA

























Pablo Canelones

En un estudio piloto, exploratorio, realizado en 1987, por un grupo de investigadores, encabezados por el Dr. George Solomon, se propusieron estudiar las conductas típicas de las personas con SIDA, que habían tenido un tiempo de vida significativamente mayor a la expectativa establecida estadísticamente en ese momento, cuando no se contaba con ningún tratamiento específico contra el SIDA. Solo existían las medidas terapéuticas sintomáticas, pues el Azt, que fue el primer tratamiento aprobado por la FDA, se empezó a administrar en 1987, el mismo año de publicación de este trabajo. 

Los autores reportaron un conjunto de conductas específicas potencialmente valiosas que podrían animar a los pacientes con SIDA para mejorar significativamente su calidad de vida. Los comportamientos específicos que caracterizaban a este grupo de personas, son orientativos, no concluyentes, por las limitaciones metodológicas de la investigación. Las características más relevantes del grupo estudiado fueron las siguientes:

1.-Aceptan del diagnóstico como una realidad médica, pero no como una sentencia de muerte inminente.
2.-Diseñan una forma personal de lucha activa, a la que le atribuyen efectos benéficos para la salud.
3.-Reestructuran la rutina de vida para adaptarse a la enfermedad.
4.-Perciben al médico tratante como un colaborador, en quien se puede confiar.
5.-Poseen un sentimiento de responsabilidad por su salud, y la creencia en que pueden influir en los resultados.
6.-Toman la decisión de comprometerse con la vida como un continuo de “asuntos a resolver”.
7.-Poseen la creencia en que su vida tiene un sentido y un propósito.
8.-Resinifican la propia vida a la luz de la enfermedad.
9.-Reportan haber superado una experiencia con una enfermedad con peligro de muerte o un evento vital de extrema gravedad.
10.-Participan en programas de mantenimiento de su aptitud física.
11.-Obtienen información útil y cuentan, por lo menos, con una persona de apoyo con el mismo diagnóstico.
12. Muestran una actitud de interesarse en forma altruista por otros pacientes.
13.-Manifiestan un tipo de comunicación asertiva, capaces de decir no.
14.-Poseen la capacidad de limitar sus compromisos y cuidar de sí mismas con afecto.
15.-Son sensibles, para percibir las necesidades de su cuerpo en cada momento.
16.-Tienen la capacidad de establecer una comunicación abierta, incluso de aspectos relacionados con preocupaciones que le genera su enfermedad. 


Referencia

Solomon, G.F., Temoshok, L., O´Leary, A. y Zich, J (1987), An Intensive Psychoimmunologic Study of Long-Surviving Persons with AIDS. Pilot Work, Background Studies, Hypotheses, and Methodsa. Annals of the New York Academy of Sciences, 496:647-655 

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EL VIH-SIDA ¿ENFERMEDAD O PECADO?
























Pablo Canelones


La epidemia de VIH-SIDA irrumpió en un momento histórico, de celebración de la comunidad científica por la erradicación de la viruela, ícono de los logros de la ciencia y tecnología para beneficio de la humanidad. Ese desarrollo permitió, en muy poco tiempo, identificar la dinámica del contagio, así como la población más vulnerable y a nivel molecular, identificar el agente patógeno, las medidas preventivas y medicamentos para control de la patología. Sin embargo las epidemias generan una sensación de vulnerabilidad colectiva y de formas de afrontamiento ligadas al pensamiento mágico, a la búsqueda de culpables y generación de explicaciones basadas en creencias, más que en evidencias científicas. En consecuencia, en la sociedad se generaron prejuicios y estigmatización de la enfermedad, que a pesar de los esfuerzos por superarlos han representado un obstáculo individual y colectivo para controlar la epidemia por VIH.

Desde los inicios de la humanidad, el hombre ha sido afectado por las epidemias, que han causado muerte y sufrimiento. Frente a ellas, se han construido explicaciones metafísicas o biofísicas, dependiendo del desarrollo científico del momento. La sífilis, se consideró una peste vergonzante, un castigo por relaciones sexuales ilícitas. Sus inicios se remonta al año 1495 y cuatro siglos después se logró aislar el agente patógeno y las medidas terapéuticas. La sífilis pasó de ser un castigo divino, por los pecados individuales o colectivos, a una enfermedad causada por la bacteria treponema pallidum.  El 8 de mayo de 1980 la ciencia celebraba un hecho sin precedentes. La erradicación de la viruela. Acontecimiento que había predicho dos siglos antes, Edward Jenner, inventor de la vacuna contra esa enfermedad. De este modo la OMS evitaba la muerte de por lo menos 300 millones de personas que era la cifra de fallecidos por esta causa en el siglo XX.

En este contexto de avance de la ciencia y tecnología, en junio del año 1981, en Estados Unidos, se diagnostican los 5 primeros casos de una enfermedad desconocida, que se manifestaba por lesiones en la piel (sarcoma de Kaposi) y dificultades respiratorias (neumonía por Pneumocystis carinii), que afectaba a homosexuales y producía la muerte en poco tiempo, por un fallo inmunológico global. Por esta razón se le atribuyó inicialmente el nombre de “cáncer gay”. En 1982 fue descrita la enfermedad como SIDA (Síndrome de inmunodeficiencia adquirido), y se identificaron las tres vías de transmisión: transfusión sanguínea, madre-hijo y relaciones sexuales. En 1983 se identificó el VIH (virus de inmunodeficiencia humano) en el Instituto Pasteur, como causa del SIDA y se reportaron en África casos de personas heterosexuales. En 1985 se reportaron casos de SIDA en todos los continentes del mundo. En 1987 se aprobó en Estados Unidos el Azt, como primer tratamiento para el SIDA.  

Al inicio de la epidemia se pensó que se trataba de una enfermedad de la comunidad homosexual y adictos a la heroína. El imaginario colectivo no identificó a estos grupos como poblaciones afectadas inicialmente, sino como culpables de la epidemia. Fundamentaron su pensamiento en prejuicios, que le atribuían un patrón de vida desordenado, vicioso, promiscuo, hedonista y desviado. Otros apoyados en esos estereotipos aplicaron la visión de 1495 ante la epidemia de sífilis al considerarla “castigo de Dios, como producto del pecado”. Y aunque luego se hizo evidente que el SIDA podía contraerlo cualquier persona, la idea del culpable que contamina, permaneció latente. En el año 1986 se generó una controversia en EEUU y Europa sobre la forma de control epidémico, algunos pensaron en exámenes obligatorios para aislar a los pacientes en una suerte de modernos leprocomios. Otros consideraron que los exámenes y resultados eran responsabilidad individual, no solo moral sino también jurídica.

Como toda actitud tiene un componente cognitivo, afectivo y conductual. El diagnóstico para la persona afectada y su entorno, generalmente está cargado de: falsas creencias, culpa, vergüenza, mentiras, estigma, que impulsa al autorreproche, aislamiento, secreto, exclusión y alteración de las actividades cotidianas. Aunque prácticamente en una década se pudo resolver el diagnóstico y control de la enfermedad desde el punto de vista médico. Hasta el momento no se ha logrado modificar la representación social de la enfermedad, a pesar de los esfuerzos realizados por la OMS y de figuras públicas, como el cantante británico Elton Jhon, quien grabó en 1985 el álbum “That’s what friends are for”. La princesa Diana difundió fotografía de su encuentro con personas con SIDA, a quienes saludó con un apretón de manos. La película Philadelphia (1993) del realizador Jonathan Demme, que humanizó la visión de la enfermedad, y se adentró en el drama de los prejuicios y rechazo a las parejas homosexuales, a los enfermos de SIDA y portadores de HIV.

Existe un número importante de investigaciones con experiencias en diferentes lugares del mundo que reportan las dificultades que generan las actitudes negativas para el tratamiento individual y para las acciones preventivas. Todavía el uso del condón no ha sido autorizado por la Iglesia Católica y existen países con legislaciones anacrónicas que criminalizan a los portadores de VIH, de comportamientos de riesgo. Franҫoise Barré-Sinoussi, premio Nobel de medicina 2008 por el descubrimiento del VIH en 1983, en una entrevista para el periódico El País, que la discriminación y la estigmatización son los dos mayores obstáculos para acabar con el HIV “Si continúa no llegaremos a todos los afectados. Llevamos años diciéndolo y no he visto mucho progreso, quizás es el área que menos ha avanzado; necesitamos cambiar la mentalidad, ser más tolerantes, educar a la gente”. El VIH, entre otras cosas, nos ha mostrado que el desarrollo científico no va de la mano con el desarrollo de la conciencia humana.