La Psiconeuroinmunología

La Psiconeuroinmunologia es una nueva disciplina científica, que se forma a partir de los años 80, apoyada en los descubrimientos de Ader y Cohen de las respuestas inmunitarias condicionadas y que postula la interacción bidireccional entre: el sistema nervioso centra, el sistema endocrino, el sistema inmune y la psique, para explicar la presencia de salud y enfermedad. La Psicoinmunología es el área de aplicación psicológica clínica de las evidencias experimentales obtenidas por la psiconeuroinmunologia.



EL VIH-SIDA ¿ENFERMEDAD O PECADO?
























Pablo Canelones


La epidemia de VIH-SIDA irrumpió en un momento histórico, de celebración de la comunidad científica por la erradicación de la viruela, ícono de los logros de la ciencia y tecnología para beneficio de la humanidad. Ese desarrollo permitió, en muy poco tiempo, identificar la dinámica del contagio, así como la población más vulnerable y a nivel molecular, identificar el agente patógeno, las medidas preventivas y medicamentos para control de la patología. Sin embargo las epidemias generan una sensación de vulnerabilidad colectiva y de formas de afrontamiento ligadas al pensamiento mágico, a la búsqueda de culpables y generación de explicaciones basadas en creencias, más que en evidencias científicas. En consecuencia, en la sociedad se generaron prejuicios y estigmatización de la enfermedad, que a pesar de los esfuerzos por superarlos han representado un obstáculo individual y colectivo para controlar la epidemia por VIH.

Desde los inicios de la humanidad, el hombre ha sido afectado por las epidemias, que han causado muerte y sufrimiento. Frente a ellas, se han construido explicaciones metafísicas o biofísicas, dependiendo del desarrollo científico del momento. La sífilis, se consideró una peste vergonzante, un castigo por relaciones sexuales ilícitas. Sus inicios se remonta al año 1495 y cuatro siglos después se logró aislar el agente patógeno y las medidas terapéuticas. La sífilis pasó de ser un castigo divino, por los pecados individuales o colectivos, a una enfermedad causada por la bacteria treponema pallidum.  El 8 de mayo de 1980 la ciencia celebraba un hecho sin precedentes. La erradicación de la viruela. Acontecimiento que había predicho dos siglos antes, Edward Jenner, inventor de la vacuna contra esa enfermedad. De este modo la OMS evitaba la muerte de por lo menos 300 millones de personas que era la cifra de fallecidos por esta causa en el siglo XX.

En este contexto de avance de la ciencia y tecnología, en junio del año 1981, en Estados Unidos, se diagnostican los 5 primeros casos de una enfermedad desconocida, que se manifestaba por lesiones en la piel (sarcoma de Kaposi) y dificultades respiratorias (neumonía por Pneumocystis carinii), que afectaba a homosexuales y producía la muerte en poco tiempo, por un fallo inmunológico global. Por esta razón se le atribuyó inicialmente el nombre de “cáncer gay”. En 1982 fue descrita la enfermedad como SIDA (Síndrome de inmunodeficiencia adquirido), y se identificaron las tres vías de transmisión: transfusión sanguínea, madre-hijo y relaciones sexuales. En 1983 se identificó el VIH (virus de inmunodeficiencia humano) en el Instituto Pasteur, como causa del SIDA y se reportaron en África casos de personas heterosexuales. En 1985 se reportaron casos de SIDA en todos los continentes del mundo. En 1987 se aprobó en Estados Unidos el Azt, como primer tratamiento para el SIDA.  

Al inicio de la epidemia se pensó que se trataba de una enfermedad de la comunidad homosexual y adictos a la heroína. El imaginario colectivo no identificó a estos grupos como poblaciones afectadas inicialmente, sino como culpables de la epidemia. Fundamentaron su pensamiento en prejuicios, que le atribuían un patrón de vida desordenado, vicioso, promiscuo, hedonista y desviado. Otros apoyados en esos estereotipos aplicaron la visión de 1495 ante la epidemia de sífilis al considerarla “castigo de Dios, como producto del pecado”. Y aunque luego se hizo evidente que el SIDA podía contraerlo cualquier persona, la idea del culpable que contamina, permaneció latente. En el año 1986 se generó una controversia en EEUU y Europa sobre la forma de control epidémico, algunos pensaron en exámenes obligatorios para aislar a los pacientes en una suerte de modernos leprocomios. Otros consideraron que los exámenes y resultados eran responsabilidad individual, no solo moral sino también jurídica.

Como toda actitud tiene un componente cognitivo, afectivo y conductual. El diagnóstico para la persona afectada y su entorno, generalmente está cargado de: falsas creencias, culpa, vergüenza, mentiras, estigma, que impulsa al autorreproche, aislamiento, secreto, exclusión y alteración de las actividades cotidianas. Aunque prácticamente en una década se pudo resolver el diagnóstico y control de la enfermedad desde el punto de vista médico. Hasta el momento no se ha logrado modificar la representación social de la enfermedad, a pesar de los esfuerzos realizados por la OMS y de figuras públicas, como el cantante británico Elton Jhon, quien grabó en 1985 el álbum “That’s what friends are for”. La princesa Diana difundió fotografía de su encuentro con personas con SIDA, a quienes saludó con un apretón de manos. La película Philadelphia (1993) del realizador Jonathan Demme, que humanizó la visión de la enfermedad, y se adentró en el drama de los prejuicios y rechazo a las parejas homosexuales, a los enfermos de SIDA y portadores de HIV.

Existe un número importante de investigaciones con experiencias en diferentes lugares del mundo que reportan las dificultades que generan las actitudes negativas para el tratamiento individual y para las acciones preventivas. Todavía el uso del condón no ha sido autorizado por la Iglesia Católica y existen países con legislaciones anacrónicas que criminalizan a los portadores de VIH, de comportamientos de riesgo. Franҫoise Barré-Sinoussi, premio Nobel de medicina 2008 por el descubrimiento del VIH en 1983, en una entrevista para el periódico El País, que la discriminación y la estigmatización son los dos mayores obstáculos para acabar con el HIV “Si continúa no llegaremos a todos los afectados. Llevamos años diciéndolo y no he visto mucho progreso, quizás es el área que menos ha avanzado; necesitamos cambiar la mentalidad, ser más tolerantes, educar a la gente”. El VIH, entre otras cosas, nos ha mostrado que el desarrollo científico no va de la mano con el desarrollo de la conciencia humana.  

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Pablo A Canelones Barrios