Pablo
Canelones
La epidemia de VIH-SIDA
irrumpió en un momento histórico, de celebración de la comunidad científica por
la erradicación de la viruela, ícono de los logros de la ciencia y tecnología
para beneficio de la humanidad. Ese desarrollo permitió, en muy poco tiempo, identificar
la dinámica del contagio, así como la población más vulnerable y a nivel
molecular, identificar el agente patógeno, las medidas preventivas y medicamentos
para control de la patología. Sin embargo las epidemias generan una sensación
de vulnerabilidad colectiva y de formas de afrontamiento ligadas al pensamiento
mágico, a la búsqueda de culpables y generación de explicaciones basadas en
creencias, más que en evidencias científicas. En consecuencia, en la sociedad se
generaron prejuicios y estigmatización de la enfermedad, que a pesar de los
esfuerzos por superarlos han representado un obstáculo individual y colectivo
para controlar la epidemia por VIH.
Desde los inicios de la
humanidad, el hombre ha sido afectado por las epidemias, que han causado muerte
y sufrimiento. Frente a ellas, se han construido explicaciones metafísicas o
biofísicas, dependiendo del desarrollo científico del momento. La sífilis, se
consideró una peste vergonzante, un castigo por relaciones sexuales ilícitas.
Sus inicios se remonta al año 1495 y cuatro siglos después se logró aislar el
agente patógeno y las medidas terapéuticas. La sífilis pasó de ser un castigo
divino, por los pecados individuales o colectivos, a una enfermedad causada por
la bacteria treponema pallidum. El 8 de
mayo de 1980 la ciencia celebraba un hecho sin precedentes. La erradicación de
la viruela. Acontecimiento que había predicho dos siglos antes, Edward Jenner,
inventor de la vacuna contra esa enfermedad. De este modo la OMS evitaba la
muerte de por lo menos 300 millones de personas que era la cifra de fallecidos
por esta causa en el siglo XX.
En este contexto de
avance de la ciencia y tecnología, en junio del año 1981, en Estados Unidos, se
diagnostican los 5 primeros casos de una enfermedad desconocida, que se
manifestaba por lesiones en la piel (sarcoma de Kaposi) y dificultades
respiratorias (neumonía por Pneumocystis carinii), que afectaba a homosexuales
y producía la muerte en poco tiempo, por un fallo inmunológico global. Por esta
razón se le atribuyó inicialmente el nombre de “cáncer gay”. En 1982 fue
descrita la enfermedad como SIDA (Síndrome de inmunodeficiencia adquirido), y
se identificaron las tres vías de transmisión: transfusión sanguínea,
madre-hijo y relaciones sexuales. En 1983 se identificó el VIH (virus de
inmunodeficiencia humano) en el Instituto Pasteur, como causa del SIDA y se reportaron
en África casos de personas heterosexuales. En 1985 se reportaron casos de SIDA
en todos los continentes del mundo. En 1987 se aprobó en Estados Unidos el Azt,
como primer tratamiento para el SIDA.
Al inicio de la
epidemia se pensó que se trataba de una enfermedad de la comunidad homosexual y
adictos a la heroína. El imaginario colectivo no identificó a estos grupos como
poblaciones afectadas inicialmente, sino como culpables de la epidemia.
Fundamentaron su pensamiento en prejuicios, que le atribuían un patrón de vida
desordenado, vicioso, promiscuo, hedonista y desviado. Otros apoyados en esos
estereotipos aplicaron la visión de 1495 ante la epidemia de sífilis al considerarla
“castigo de Dios, como producto del pecado”. Y aunque luego se hizo evidente
que el SIDA podía contraerlo cualquier persona, la idea del culpable que
contamina, permaneció latente. En el año 1986 se generó una controversia en
EEUU y Europa sobre la forma de control epidémico, algunos pensaron en exámenes
obligatorios para aislar a los pacientes en una suerte de modernos leprocomios.
Otros consideraron que los exámenes y resultados eran responsabilidad individual,
no solo moral sino también jurídica.
Como toda actitud tiene
un componente cognitivo, afectivo y conductual. El diagnóstico para la persona
afectada y su entorno, generalmente está cargado de: falsas creencias, culpa,
vergüenza, mentiras, estigma, que impulsa al autorreproche, aislamiento,
secreto, exclusión y alteración de las actividades cotidianas. Aunque prácticamente
en una década se pudo resolver el diagnóstico y control de la enfermedad desde
el punto de vista médico. Hasta el momento no se ha logrado modificar la
representación social de la enfermedad, a pesar de los esfuerzos realizados por
la OMS y de figuras públicas, como el cantante británico Elton Jhon, quien grabó
en 1985 el álbum “That’s what friends are for”. La princesa Diana difundió
fotografía de su encuentro con personas con SIDA, a quienes saludó con un
apretón de manos. La película Philadelphia (1993) del realizador Jonathan
Demme, que humanizó la visión de la enfermedad, y se adentró en el drama de los
prejuicios y rechazo a las parejas homosexuales, a los enfermos de SIDA y
portadores de HIV.
Existe un número importante de investigaciones con experiencias en diferentes lugares del mundo que reportan las dificultades que generan las actitudes negativas para el tratamiento individual y para las acciones preventivas. Todavía el uso del condón no ha sido autorizado por la Iglesia Católica y existen países con legislaciones anacrónicas que criminalizan a los portadores de VIH, de comportamientos de riesgo. Franҫoise Barré-Sinoussi, premio Nobel de medicina 2008 por el descubrimiento del VIH en 1983, en una entrevista para el periódico El País, que la discriminación y la estigmatización son los dos mayores obstáculos para acabar con el HIV “Si continúa no llegaremos a todos los afectados. Llevamos años diciéndolo y no he visto mucho progreso, quizás es el área que menos ha avanzado; necesitamos cambiar la mentalidad, ser más tolerantes, educar a la gente”. El VIH, entre otras cosas, nos ha mostrado que el desarrollo científico no va de la mano con el desarrollo de la conciencia humana.
Existe un número importante de investigaciones con experiencias en diferentes lugares del mundo que reportan las dificultades que generan las actitudes negativas para el tratamiento individual y para las acciones preventivas. Todavía el uso del condón no ha sido autorizado por la Iglesia Católica y existen países con legislaciones anacrónicas que criminalizan a los portadores de VIH, de comportamientos de riesgo. Franҫoise Barré-Sinoussi, premio Nobel de medicina 2008 por el descubrimiento del VIH en 1983, en una entrevista para el periódico El País, que la discriminación y la estigmatización son los dos mayores obstáculos para acabar con el HIV “Si continúa no llegaremos a todos los afectados. Llevamos años diciéndolo y no he visto mucho progreso, quizás es el área que menos ha avanzado; necesitamos cambiar la mentalidad, ser más tolerantes, educar a la gente”. El VIH, entre otras cosas, nos ha mostrado que el desarrollo científico no va de la mano con el desarrollo de la conciencia humana.
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Pablo A Canelones Barrios