La Psiconeuroinmunología

La Psiconeuroinmunologia es una nueva disciplina científica, que se forma a partir de los años 80, apoyada en los descubrimientos de Ader y Cohen de las respuestas inmunitarias condicionadas y que postula la interacción bidireccional entre: el sistema nervioso centra, el sistema endocrino, el sistema inmune y la psique, para explicar la presencia de salud y enfermedad. La Psicoinmunología es el área de aplicación psicológica clínica de las evidencias experimentales obtenidas por la psiconeuroinmunologia.



EL ARRAIGO, DIEZ IDEAS PARA AUMENTARLO




















“Al país que fueres, haz lo que vieres” 
Una guía regia para la integración y el arraigo



Pablo Canelones


Probablemente desde la época del Neolítico, con el modo de vida sedentario y el desarrollo de la agricultura, el hombre generó un conjunto de términos basados en la observación de las plantas, para describir procesos humanos complejos. La raíz, es la estructura que ha servido de símbolo para relacionar a la vida con la tierra. La raíz se unió a la idea de origen, quizás por ser una de las primeras estructuras que se desarrolla en el proceso de germinación. Igualmente se ha relacionado con soporte ya que le sirve a las plantas para sujetarse, y absorber los nutrientes necesarios para su desarrollo pleno. De allí la palabra arraigar, que significa permanecer estable en un lugar, echar raíces para desarrollarse. Por extensión para los humanos, tener arraigo es estar profundamente vinculado a un espacio geográfico, al entramado social, a instituciones, a una persona, e incluso a un rol. Es un vínculo que genera, seguridad, sensación de pertenencia, sentimientos de amor y compromiso mutuo. Es parte del desarrollo de la identidad personal y social.
    
Con la emigración no se pierde el arraigo con el país de origen, solo se detiene el desarrollo de ese proceso de integración, que va cambiando en función del paisaje físico y social. Existe desarraigo con el nuevo país de acogida, porque el emigrante no posee un conocimiento del espacio geográfico, no ocupa un lugar en el entramado de la diversidad de relaciones sociales, desconoce las pautas de comportamiento y el uso del lenguaje público y privado. El dominio del idioma implica adentrarse en la carga de experiencias culturales, es decir la fábula implícita en sus expresiones. El emigrante debe satisfacer la necesidad de pertenencia y para ello tiene que arraigarse, echar raíces. Reeditar el proceso de socialización, vivido desde la infancia en forma natural, pero ahora debe hacerlo en otra tierra, en el menor tiempo posible y de una forma consciente. Con la dificultad que generalmente no se conoce cómo hacerlo. Incluso en oportunidades, ante la angustia existencial, lo que se hace es aislarse o aferrarse al arraigo con la tierra y las personas ausentes.

Las investigaciones recientes sobre la forma como se establecen las relaciones entre las personas y los grupos sociales, la conformación de las redes de apoyo, y las cualidades de la comunicación humana, han aportado un cúmulo importante de información, que sirven de base para las diez sugerencias que se ofrecen, con el fin de propiciar el arraigo y sentido de pertenencia del emigrante.

1.-Aprenda a hablar el idioma del lugar, tanto si es conocido como desconocido. Le ayudará a comunicarse en forma más efectiva, el uso de los modismos, el vocabulario de uso frecuente en público y privado. Ver noticieros y programas de la TV local le ayudara a lograr este objetivo.

2.-Conozca y establezca relaciones sociales con personas de la localidad. Para tal fin participe en actividades donde pueda compartir medios, objetivos y logros de organizaciones sociales locales, desde el gimnasio hasta agrupaciones políticas, religiosas, culturales, ONG, o gremiales.

3.-Evitar el aislamiento, tanto el instaurar una rutina de alta permanencia en el trabajo y la casa, como el reducir sus relaciones sociales a la familia nuclear o los connacionales.

4.-Conozca las leyes del nuevo lugar. Le ayudará leer la ley que se aplica a cada trámite burocrático que debe realizar. Es recomendable que conozca la constitución, especialmente si posee la nacionalidad, ella le proporciona una visión general de las normas fines y valores de esa sociedad.

5.-Haga uso del “nosotros” en cualidades que lo incluyan, para superar la fórmula de “ustedes y yo” que indica separación o diferenciación y dar paso a la identidad grupal y el sentido de pertenencia.
   
6.-Procurar el uso del posesivo para bienes materiales o inmateriales, espacios, costumbres locales, tales como: mi casa, mis vecinos, mi calle, mis conocidos, mi trabajo, mi ciudad, etc.

7.-Aprópiese del espacio físico, mire por la ventana el paisaje, observe los detalles, camine los alrededores de su vivienda, preferiblemente a la misma hora, con el fin de coincidir con las personas que tienen una rutina parecida, camine por su urbanización para tener idea de la extensión, el terreno, etc.

8.-Seleccione un lugar público de su agrado (supermercado, cafetería, barbería, peluquería, lavandería automática, plaza, gimnasio, venta de revistas, iglesia)  para visitarlo con frecuencia a la misma hora para coincidir con las mismas personas y establecer vínculos materiales y humanos.

9.-Céntrese en las semejanzas y las diferencias con relación a su cultura, como cualidades descriptivas y en lugar de evaluarlas como mejor o peor, hágalo en función de “me gusta más” o “me gusta menos”.

10.-Centre su atención al final de cada día en las cualidades de las personas, las instituciones o los espacios físicos que le agradan, valora o estima. Tenga en cuenta que recordamos los contenidos revestidos de carga emocional.

Estas sugerencias se harán más fáciles, con un genuino interés en adaptarse al nuevo país y al grupo social. Reconociendo en cada persona a un posible nuevo conocido o amigo y no a una persona extraña, rara e incomprensible. Recuerda que antes que el otro te acepte e integre, debes hacerlo tú con él. Entrar en el entramado social es arraigarte y el arraigo es imprescindible para florecer. 
  

LA LUZ PUEDE DISMINUIR LA DEPRESIÓN





La luz solar convertida en terapia de luz.

Un nuevo recurso terapéutico para la depresión



Pablo Canelones



La luz del sol es una de las necesidades básicas del ser humano.  Las células del cuerpo son capaces de percibir su presencia, los conos y bastones de la retina son sólo las células más especializadas, pero no las únicas. La luz estimula el inicio de un conjunto de procesos reguladores complejos, mediados por hormonas, neurotransmisores y neuropéptidos que activan y/o mantienen en marcha los relojes biológicos, responsables de funciones internas y de comportamientos observables. La motivación para explorar el ambiente, la activación para ejecutar las acciones cotidianas, el ciclo de sueño y vigilia, son solo algunos ejemplos. La disminución significativa de la luz solar durante el otoño y en los países alejados del ecuador, puede generar un tipo de depresión conocida como trastorno afectivo estacional (SAD) que se supera con medicación o con terapia de luz.



Ver la luz del sol cada mañana, por espacio de veinte minutos, regula los relojes internos y mejora los síntomas depresivos. En otoño e invierno se puede sustituir por una luz artificial que simule la del sol.






El interés científico en determinar la influencia psicológica y física de la luz, para usarlo como recurso terapéutico se remonta al año 1893, con los primeros trabajos del médico danés Niels Ryberg Finsen, publicados en “Efecto de los rayos químicos sobre los organismos vivos”. Su libro marcó el inicio de una serie de investigaciones sobre la aplicación de las diferentes ondas de la luz, especialmente los extremos infrarrojo y ultravioleta. Estandarizó el método mediante un artefacto de su invención “la luz o lámpara de Finsen” con poder bactericida y estimulante, usada para el tratamiento de enfermedades con manifestaciones cutáneas y que dio inicio al desarrollo de la fototerapia. Sus aportes en esta área fueron reconocidos con el premio Nobel de Medicina en 1903.

En las últimas tres décadas, los científicos han desarrollado una aplicación de estos conocimientos, con el uso de la luz artificial, con frecuencia diferente a la infrarroja y ultravioleta. Es una luz blanca brillante que simula la del sol y se usó inicialmente para el tratamiento de la depresión estacional. La terapia consiste en sentarse, durante 20 a 30 minutos, frente a una lámpara de luz blanca brillante de intensidad controlada, llamada “caja de luz”. Este tipo de recurso parece estimular los mecanismos que equilibran las sustancias químicas como la melatonina, la serotonina, la vitamina D, que regulan el sueño, el estado de ánimo y la energía disposicional, entre otras. Las últimas revisiones de los protocolos de investigación (1, 2, 3) han reportado que la terapia de luz es igualmente efectiva para tratamiento de personas con depresión no estacional, unipolar y bipolar, con resultados muy alentadores.

En términos cotidianos, en las zonas tropicales, o en verano, podemos dar la misma recomendación que nuestros abuelos: “cada mañana abre tu ventana y deja entrar la alegría de la luz”.

Referencias:

1.- Chun-Hung Chang, Chieh-Yu Liu, Shaw-Ji Chen, Hsin-Chi Tsai, Efficacy of light therapy on nonseasonal depression among elderly adults: a systematic review and meta-analysis. Neuropsychiatr Dis Treat. 2018; 14: 3091–3102 

2.- Perera S, Eisen R, Bhatt M, Bhatnagar N, de Souza R, Thabane L, Samaan Z. Light therapy for non-seasonal depression: systematic review and meta-analysis. BJPsych Open. 2016 Mar 4;2(2):116-126.   

3.-Maruani J, Geoffroy PA. Bright Light as a Personalized Precision Treatment of Mood Disorders. Front Psychiatry. 2019 Mar 1;10:85.