Pablo Canelones
En la actualidad se considera que el sistema
inmunológico es un complejo organismo sensorial. La verificación de que los
sistemas nervioso e inmunológico utilizan un lenguaje bioquímico común, es uno
de los descubrimientos más notables de la biología moderna. La comunicación entre ellos se efectúa,
mediante un conjunto de péptidos, neurotransmisores peptídicos y citoquinas,
producidos por ambos. Estos mediadores químicos se trasladan por vía física y
humoral, para actuar sobre un repertorio común de receptores y verificar la
comunicación bidireccional. Este complejo sistema de superinformación y
regulación (1), ha llevado a considerar al sistema inmune, no sólo como un
sistema de defensa del organismo, sino también como un sexto sentido. Dotado de
gran sensibilidad y especificidad, para detectar y avisar al sistema nervioso
de la presencia de: virus, hongos, bacterias, y células tumorales, que son
imperceptibles para los sentidos clásicos. (2).
El sistema inmune integrado a los sistemas nervioso y
endocrino, en comunicación permanente, representa una gestalt. Es un sistema integrado
de gran complejidad (3), que funciona como un sexto sentido. Se encarga de informar
al organismo con una codificación diferente a la forma como usualmente
conocemos nuestro entorno. Por tratarse de realidades que se verifican dentro
del organismo, no se pueden escuchar, ver, oler, saborear ni tocar. El sistema nervioso tiene la capacidad de decodificar
el mensaje con exactitud y adicionalmente elaborar una respuesta con las
cualidades requeridas para movilizar al organismo a responder al desafío
defensivo (4). Puede ser una respuesta efectora: bioquímica o conductual. Un
ejemplo ilustrativo de esta comunicación y de la respuesta efectora conductual
es el sickness behavior, o síndrome
del comportamiento de la enfermedad.
El sickness
behavior, fue descrito inicialmente en animales enfermos y está caracterizado
por: fiebre, anorexia o disminución del apetito y letargo. Este conjunto de comportamientos inhibitorios de
actividades no esenciales para el reto inmune, son la respuesta conductual a la
necesidad del sistema inmunológico de disponer de la mayor energía posible, para
realizar el proceso defensivo. Esta comunicación está determinada por varias
citoquinas secretadas por los leucocitos en su proceso de defensa, los cuales incluyen
la interleuquina (IL-1B, IL-6) y factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α). Estas citoquinas secretadas por las células
fagocíticas mononucleares, activadas en el proceso defensivo, llevan la
información por vía humoral o nerviosa al cerebro, para propiciar una respuesta
proporcional al desafío defensivo planteado (5).
En los humanos, el comportamiento de la enfermedad se
manifiesta por: anorexia, fiebre, letargo, disminución de funciones cognitivas,
reducción de actividades sociales y malestar subjetivo. Todos estos síntomas se
pueden inducir en sujetos sanos con inyecciones periféricas y centrales de
lipopolisacáridos (LPS), un inductor de citoquinas y recombinantes de
citoquinas proinflamatorias, como la interleuquina-1 beta (IL-1B). Existen evidencias
de que las distintas manifestaciones del comportamiento de la enfermedad son
mediadas por diferentes citoquinas. También se ha comprobado que la importancia
relativa de estas citoquinas, no son iguales en los comportamientos de
citoquinas periféricas y centrales (6). Estas evidencias pueden indicar la
especificidad de la comunicación bioquímica, que efectúa el sistema inmune con
el sistema nervioso, que podría ser percibido por la conciencia de una manera
diferente a la mediada por los sentidos tradicionales y puede inducir
respuestas química y conductuales cuantitativamente diferentes.
El sickness
behavior, podría explicar la insistencia de
algunos pacientes, sin antecedentes de hipocondría, en ser examinados de alguna
parte del cuerpo, por sensaciones somáticas subjetivas, difusas pero
significativas. Pueden ser alteraciones que pasan inadvertidas en un examen
físico de rutina, pero luego de procedimientos más especializados, se evidencia
algún proceso incipiente, aún sin manifestaciones clínicas perceptibles. La
presencia de cualquier agente patógeno es suficiente, para activar al sistema
inmune para actuar e informar la índole de la alteración, la región afectada y estructurar
la conducta de alarma, que le impulsa a solicitar asistencia médica. El
síndrome del comportamiento de la enfermedad es característico de los procesos
neoplásicos, que puede mantenerse en el curso de la enfermedad (7). Con frecuencia
es la primera manifestación clínica de baja intensidad, de enfermedades
sistémicas o localizadas y puede confundirse con la instauración de un cuadro
depresivo.
Referencias:
- Ferencík,
M., Novák, M., Rovenský, J. (1998)
Relation and interactions between the immune and neuroendocrine systems.
Bratisl Lek Listy, 99, 454-64.
- Blalock,
J. (2005). The immune system as
the sixth sense. J Intern Med, 257, 126-38.
- Dozmorov,
I., Dresser, D. (2011). Immune
System as a Sensory System.
Int J Biomed Sci, 6, 167-175.
- Blalock JE, Smith
EM. (2007) Conceptual development of the immune system as a sixth sense.
Brain Behav Immun. 21(1):23-33.
- Johnson,
R. (2002). The concept of sickness
behavior: a brief chronological account of four key discoveries.Vet
Immunol Immunopathol, 87, 443-50.
- Dantzer R, Bluthé
RM, Gheusi G, Cremona S, Layé S, Parnet P, Kelley
KW. (1998) Molecular basis of
sickness behavior. Ann N Y Acad Sci. 856:132-8.
- Myers JS, Pierce J, Pazdernik T. (2008) Neurotoxicology of chemotherapy in relation to cytokine release, the blood-brain barrier, and cognitive impairment. Oncol Nurs Forum. (6):916-20.
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