La Psiconeuroinmunología

La Psiconeuroinmunologia es una nueva disciplina científica, que se forma a partir de los años 80, apoyada en los descubrimientos de Ader y Cohen de las respuestas inmunitarias condicionadas y que postula la interacción bidireccional entre: el sistema nervioso centra, el sistema endocrino, el sistema inmune y la psique, para explicar la presencia de salud y enfermedad. La Psicoinmunología es el área de aplicación psicológica clínica de las evidencias experimentales obtenidas por la psiconeuroinmunologia.



El cáncer no es un castigo de Dios, no es contagioso ni se puede inocular





















Pablo Canelones


Por respeto y solidaridad con los millones de personas que tienen cáncer en el mundo, se debe mantener al margen de la discusión política a esta enfermedad que todavía tiene un peso muy negativo en la representación social. Aunque se han realizado esfuerzos colectivos para cambiar esa imagen, todavía quienes trabajamos en psicoterapia individual con las personas con cáncer debemos abordar la tarea inicial de descontaminar la visión del diagnóstico como: culpa, castigo, o auto-castigo, daño inmerecido por vía divina o humana, maldición, contagio, o producto del sufrimiento y sacrificio por la familia, instituciones o metas. Todos estos atributos suponen cualidades muy lesivas para la estabilidad psicofísica no solo de la persona a quien se le ha diagnosticado un cáncer, sino  también para sus familiares y amigos, tal como ha sido reportado por la literatura científica especializada.

La idea del cáncer ha estremecido a las personas desde los comienzos de la humanidad, de la etapa pre-científica heredamos la relación mitológica entre el cáncer y lo demoníaco, representado por el cangrejo, símbolo de la maldad, para los griegos, de quien decían que Juno había enviado contra Hércules cuando el héroe combatía con la hidra de Lerna. De estas ideas que llevamos en nuestro inconsciente personal y colectivo deriva la idea del cáncer como algo impuesto desde afuera por algo o alguien y así escuchamos que lo tenía merecido por su comportamiento, acciones u omisiones y se califica de inmerecido o injusto  cuando se le diagnostica a una persona a quien se estima. De igual procedencia es el calificativo de “maligno” para designar a los tumores y células cancerosas, así como la atribución de su intencionalidad, y se dice que es más o menos agresivo dependiendo del tipo, localización y diseminación.

Desde el siglo pasado se han hecho esfuerzos conjuntos en la comunidad científica, sociedades profesionales, instituciones educativas, asociaciones civiles, políticas y medios de comunicación social para divulgar y socializar una visión científica de esta enfermedad, y modificar su visión. De esta manera sabemos que el cáncer es una enfermedad como cualquier otra que puede ser mortal o no, dependiendo de multiplicidad de factores, entre otros, de la precocidad del diagnóstico  y de un conjunto de variables sistémicas, psicológicas y sociales, que se postula la existencia de una vulnerabilidad universal a padecerlo, que ni las tendencias teológicas actuales consideran que pueda ser una castigo y mucho menos de un Dios que es visto como amoroso y liberador. Que es producto de células atípicas que se dividen en forma desordenada y desproporcionada pero sin intencionalidad agresiva u homicida, que no se genera a consecuencia del sufrimiento o sacrificio sostenido o por distrés, ya que hasta el momento no se ha logrado producir un cáncer en animales de experimentación sometidos a altos niveles de estrés, solo se ha observado el agravamiento de la condición preexistente o aumento de metástasis al ser expuestos a estas contingencias ambientales. De la misma manera no es posible la inducción o inoculación del cáncer en humanos ya que eso supone la cualidad de contagio del cáncer y esta condición ha sido negada por todas las tradiciones orales y escritas de la historia de la humanidad y por las evidencias experimentales.

No dejemos que la rabia, la tristeza o cualquier posición de orden político distorsionen la visión descontaminada que deben tener las personas con cáncer y que contribuyen a aumentar la calidad y cantidad de vida, tal como ha sido suficientemente reportado por la literatura científica. Todos tenemos una responsabilidad ética y humana ineludible en este sentido porque se trata del bienestar de millones de personas en el mundo, dentro de los cuales puede haber familiares nuestros. Pensemos en esa responsabilidad al hacer uso de las redes sociales o en el ejercicio del liderazgo y pensemos en las personas de nuestra familia, amistades conocidos o miembros de la gran familia humana que pueden sentirse aludidos y reafirmar falsas creencias que le pueden dañar.


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Pablo A Canelones Barrios