La asistencia integral a la persona con cáncer debe atender, tanto los aspectos biomédicos como los psicológicos y sociales, dentro de cualquier espacio asistencial. Evidencias clínicas y experimentales señalan que las variables psicológicas se encuentran presente, dentro del conjunto de variables relevantes en los diferentes momentos de la enfermedad: en la etiología, el diagnóstico, tratamiento, seguimiento y pronóstico en términos de: comportamientos saludables, o de riesgo, formas de afrontamiento, adhesión al tratamiento, que perfilan la calidad de vida de la persona. Las variables psicológicas son determinadas por las cualidades personales como: la cultura el grupo social, la vivencia evolutiva del cuerpo y el mundo de representaciones y pulsiones inconscientes. Esta realidad hace más compleja la acción asistencial pues se deben considerar la multiplicidad de situaciones clínicas, en términos médico-psicológicos, a las que se deben adecuar las técnicas psicoterapéuticas en función de la persona atendida, como realidad única e irrepetible. La psicoterapia de la persona con cáncer fundamenta sus técnicas en las evidencias científicas de la psicología y del campo particular de aplicación e investigación, la psicooncología, que en los últimos años ha ampliado su apoyo teórico y experimental con disciplinas y enfoques como: la psicología clínica, la psiquiatría, la medicina psicosomática, la medicina conductual, la psicología de la salud, la psicología positiva, la psicología social de la salud, las neurociencias y la nueva disciplina científica que estudia las interacciones estructurales y bioquímicas entre los sistemas corporales denominada psiconeuroinmunología, que ha brindado evidencias experimentales desde análisis moleculares a muchas de las hipótesis del cuerpo teórico y técnico sostenidas por la psicología clínica y la medicina psicosomática desde hace más de 50 años. Esta acción psicoterapéutica ejercida por un psicólogo clínico o psiquiatra, supone la posibilidad de coadyuvar con el tratamiento médico e influir en el curso y el pronóstico de la enfermedad, con el objetivo de: procesar el impacto del diagnóstico, apoyar los recursos para el afrontamiento, y abordar los efectos del tratamiento médico y quirúrgico, para prevenir complicaciones psicopatológicas y mejorar la calidad de vida de las personas, es decir la expresión de las diferentes dimensiones tanto cognitivas como emocionales de la salud e igualmente acompañar a la persona con el diagnóstico y a sus familiares en el afrontamiento de la muerte como el último de los procesos vitales. En el ámbito científico se han diseñado y evaluado un conjunto de esquemas psicoterapéuticos, entre ellos destacan dos que reportan tanto mejoría de la calidad de vida, como aumento de la supervivencia, estos son: el de Spiegel, y el de Fawzy, no obstante, protocolos posteriores, han reportado resultados contradictorios, por lo que se requiere mayor número de investigaciones, que permitan replicar los hallazgos iniciales para poder hacer una aplicación clínica dirigida también al aumento de la supervivencia de las personas con cáncer y no solo al mejoramiento de su calidad de vida.
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Pablo A Canelones Barrios