Pablo Canelones
“Una perspectiva científica sin religión es pobre,
igualmente la religión sin ciencia es ciega”
Albert Einstein, (1941)
ANTECEDENTES
El modelo médico predominante
desde el siglo XVII, ha sido esencialmente biológico, centrado en el cuerpo y
sus sistemas, órganos, tejidos, células o mediadores químicos alterados,
apoyados en los mecanismos de acción anatomo-fisiológicos normales o patológicos,
de acuerdo al enfoque materialista mecanicista, heredado de René Descartes y
Claude Bernald. Las variables de tipo psicosociales y espirituales no tuvieron
cabida dentro de esa visión de la persona y del mundo.
Paralela a esta mirada, se ha
generado un discurso alternativo proveniente del ámbito de la clínica médica,
específicamente de la medicina interna relacionadas con otras disciplinas como
la antropología, psicología, sociología; cuya teorización se ha centrado en la
enfermedad como un fenómeno que pone en evidencia la participación de las
cualidades psicológicas, antropológicas, sociales y espirituales. Los
movimientos más representativos de este discurso son: la medicina
antroposófica, desarrollada en Alemania en la década de los 20 por Rudolf Steiner,
quien colocó el énfasis de su aproximación al sufrimiento humano y de la salud,
en la espiritualidad; igualmente la medicina antropológica, representada por
Weizsacker, su fundador, quien no solo tenía formación en medicina y
psicoanálisis, sino también en teología, y generó junto a sus colegas de la
Escuela de Medicina de Haidelberg, en Alemania, una visión integradora de la
acción médica, dirigida al ser humano con todas sus dimensiones, incluyendo la
espiritual, de la misma forma se generó en los Estados Unidos la medicina
psicosomática de Franz Alexander y Flanders Dunbar.
Como fruto de estos
planteamientos teóricos y experimentales, se introdujo dentro de la medicina
una actitud psicosomática, como una visión más integradora de la persona y abrió
la puerta de entrada para los aportes de otras disciplinas, que se puso de
manifiesto con la formulación de un nuevo paradigma en la medicina; el enfoque
bio-psico-social de Engel, propuesto en la década de los 70, para explicar la
salud y enfermedad en un contexto más amplio de variables y aplicarlo a los
diferentes niveles de atención, desde la salud, en términos preventivos, hasta
la enfermedad en términos asistenciales.
De la misma forma permitió al
mundo de la ciencia aproximarse a la espiritualidad y adelantar hipótesis
explicativas de fenómenos humanos, documentados por la literatura o la
tradición oral, como la muerte por violación de un tabú, abordada por el
antropólogo Levi Strauss, el fenómeno de las remisiones espontáneas de
enfermedades, relacionadas con experiencias místicas, por mencionar solo
algunos ejemplos.
En este contexto se han
perfilado nuevas disciplinas científicas, como la psiconeuroinmunologia,
término que apareció por primera vez en el compendio publicado por Robert Ader,
Nicolas Cohen y David Felten en 1981, para designar un campo de estudio
relativo al conjunto de interacciones que establece el sistema inmunológico con
el ambiente interno y externo al individuo, para generar su acción, y se
postuló que el sistema inmunológico constituye un sistema único e integrado de
defensa, con la participación de la las variables psicosociales, el sistema
nervioso y el sistema endocrino, con relaciones bidireccionales que se
verifican a nivel estructural y bioquímico.
Espiritualidad e inmunidad:
En la actualidad, en el ámbito
de la salud y la enfermedad, se incluye la dimensión espiritual de las personas
y se ha despertado un interés en llevar esta dimensión a los laboratorios, lo
que ha significado el ajuste de la metodología para definirla, medirla y
establecer relaciones con otras variables. Es por eso que encontramos múltiples
definiciones de la espiritualidad, que van desde la pertenencia y práctica de
cualquier religión, hasta el sentido de auto-trascendencia y las mediciones
incluyen desde cuestionarios, hasta lista de chequeo de conductas religiosas,
tales como: asistencia a servicios religiosos, oración, predicación, canto,
contemplación, silencio, técnicas respiratorias y rituales, entre otras.
Con distintas visiones
conceptuales se han reportado variaciones de diferentes componentes del sistema
inmune, en función de la espiritualidad. En un estudio exploratorio se examinó
la relación entre la espiritualidad y la función inmune en 112 mujeres con
cáncer metastásico de mama. La espiritualidad se evaluó mediante informe de los
pacientes de la frecuencia de asistencia a servicios religiosos y la
importancia de la expresión religiosa o espiritual. Los resultados indicaron
que las mujeres que calificaron como expresión espiritual más alta, tenían
mayor recuento total de linfocitos, el recuento de células NK y células T
cooperadoras fueron mayores entre las mujeres que informaron mayor
espiritualidad.
La experiencia social indica
que la espiritualidad está relacionada con la promoción de la salud. Algunos
investigadores afirman que su efecto benéfico en el ámbito clínico puede ser
explicado porque las prácticas espirituales implican una variedad de sistemas
neuronales que pueden facilitar la producción del mismo fenómeno que el efecto
placebo, porque obedecen a mecanismos psicofisiológicos, y de esta forma pueden
aumentar la probabilidad de provocar procesos de autocuración. Es decir, la
espiritualidad entendida como un paradigma de efecto placebo extendido, que se
centra en el concepto del símbolo y el significado.
Apoyados en el papel que juega
la glándula pineal en la mediación de la percepción espiritual y la estimulación
de citoquinas contra el cáncer, específicamente la interleuquina (IL-2), se
realizó un estudio con 240 personas con cáncer de pulmón sólido metastásico
incurable, con un pronóstico de esperanza de vida menor de un año. Se
dividieron en 6 grupos y se le administró distinto tratamiento a cada grupo;
los mejores resultados en términos de tiempo de aumento de la supervivencia se
obtuvieron mediante la asociación entre neuroimmunoterapia con melatonina (MLT)
más IL-2 y el programa de Yoga (2 años), que fue significativamente mayor con
respecto a la obtenida por tratamiento de apoyo solo, solo Yoga, o IL-2 más MLT
solo (1 año). Lo que sugiere que el enfoque terapéutico espiritual puede
mejorar el tiempo de superviviencia de las personas con cáncer metastásico.
La predisposición de los seres
humanos hacia el sentimiento espiritual, el pensamiento y los comportamientos,
se miden por un rasgo de personalidad que es relativamente estable llamado
auto-trascendencia, comprendido dentro de un modelo psicobiológico de la
personalidad. En un estudio realizado con técnicas avanzadas de mapeo cerebral
de las lesiones, se realizaron evaluaciones de la personalidad de los sujetos
participantes, antes y después de neurocirugía, que produjo un daño selectivo a
la izquierda y a la derecha de la región parietal posterior inferior. Como
resultado de las lesiones se produjo un aumento significativo y específico de
la autotrascendencia, lo que puede arrojar nueva luz sobre las bases
neurobiológicas de las actitudes espirituales y religiosas, así como de los
comportamientos en los trastornos neurológicos y mentales.
Es una hipótesis estimulante
pensar que las remisiones espontáneas de algunas enfermedades, especialmente el
cáncer, en cuyos relatos hay la mediación de alguna experiencia mística, pueda
ser explicada suficientemente por la intervención de esas zonas cerebrales, que
son asiento de la autotrascendencia, estimuladas convenientemente por
mediadores químicos provenientes de experiencias de alta intensidad emocional
que puede acompañar a la experiencia espiritual, desde otras estructuras
cerebrales, como la amígdala, y que generen una respuesta efectora inmunológica
de tal intensidad que sea capaz, como potencialmente lo es, de lisar la
totalidad de las células de un tumor hasta hacerlo desaparecer. Aquí es
importante resaltar los aportes documentales del antropólogo Levi-Strauss con
su concepto de la eficacia simbólica para la presentación de diferentes
enfermedades mediadas por el simbolismo y la muerte por la violación de un tabú,
en donde se contempla la posibilidad de influir sobre nuestra biología desde la
construcción simbólica que edifica el grupo cultural de pertenencia, bien sea
para enfermar o curar el cuerpo.
En la actualidad estamos
asistiendo a un encuentro maravilloso entre las ciencias, la filosofía y la
teología, en un diálogo fecundo de nuevas ideas, que enriquecerán el ámbito de
la salud y el quehacer del encuentro con la persona que padece.
También le puede interesar en este blog:
1.-Consulta psicológica y psicoterapeutica presencial y a distancia
2.-La psiconeuroinmunolgia en la medicina del siglo XXI
3.-El movimiento corporal: una d las expresiones de la salud
4.-Psiconeuroinmunologia
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Pablo A Canelones Barrios