Pablo Canelones
Algunas personas se sienten atrapadas por experiencias
traumáticas o mensajes negativos de figuras significativas del pasado, que
obstaculizan su desarrollo personal y el disfrute del presente, por el monto de
sufrimiento que supone. Incluso pueden llegar a pensar que su pasado es una
carga muy molesta pero inmodificable y cualquier esfuerzo por disminuir su
impacto negativo en el ámbito psicosomático, es extemporáneo. Sin embargo los
aportes de la psicología y la psicoterapia nos muestran un camino liberador. Se
puede cambiar el pasado personal, mediante la reforma de la interpretación de
los hechos, con base en la perspectiva del presente.
Lo que diferencia al ser humano del animal, es la
capacidad de simbolizar, que le permite reflexionar sobre sí mismo, los otros y
la realidad externa. Tener un sentido de identidad y reconocerse en el tiempo
como actor u observador de los acontecimientos vitales y actuar en el presente
concreto, tener memoria y anticipar el futuro. Pero no solo es capaz de
interpretar su mundo. También puede elaborar realidades simbólicas ideales,
imaginarias o puramente teóricas, sin referencias concretas. Su comportamiento
se encuentra influenciado por ambas construcciones cognitivas, cuya existencia
las considera indudables. La historia personal es un ejemplo de esta
elaboración dual, que se asume como una realidad única y absoluta.
En general se tiene la idea, de que la historia
personal es la narración sistemática del conjunto pormenorizado de hechos
objetivos, ocurridos en el pasado, en estricto orden cronológico. Sin embargo,
desde el punto de vista psicológico, la historia personal es una construcción
subjetiva, basada en la interpretación de una selección, voluntaria o
involuntaria de experiencias, mensajes y fantasías, manifiestas u ocultas, en
función de su carga afectiva. Todo este cuerpo de experiencias percibidas o
imaginadas, del pasado, forman parte del repertorio cognitivo. Algunas de ellas
son creencias de diferente naturaleza, sobre sí mismo o el entorno, que actúan
como lentes perceptuales para filtrar los hechos de la experiencia actual, en
función de la congruencia o incongruencia con el repertorio cognitivo del
pasado.
La historia del pasado personal es una realidad: simbólica,
relativa y modificable. En consecuencia, es posible cambiar sus cualidades
cognitivas y afectivas. En términos generales se realiza en forma espontánea
por dos vías. La primera está orientada a ampliar la estimulación del medio
para aumentar la visión de la realidad. La segunda vía, se orienta a un proceso
reflexivo dirigido a: ampliar, contextualizar y analizar con nuevos criterios
las experiencias pasadas. También se puede modificar en forma sistemática, para
ello, existe un conjunto de técnicas psicoterapéuticas, que un profesional de
la psicología administra para ayudar a modificar el pasado desde el presente.
El objetivo general es probar o contrastar el pasado con su realidad contextual
pasada y presente.
El pasado, presente y futuro, no son momentos
aislados, sino una realidad simbólica, entrelazada, que discurre en la
conciencia en forma continua, e influye de manera relativa o absoluta, en la
percepción del ahora. Estar enfocado en el presente conscientemente y con una
actitud de apertura cognitiva. Permite contactar con más estímulos internos y
externos para la construcción simbólica de nuevas experiencias. De esta forma
se puede cambiar el pasado a la luz del nuevo marco referencial del presente.
Este cambio puede tener un sentido liberador, porque no solo se modifica el
pasado, también el presente y futuro son observados desde otra óptica, al
ampliar la lente perceptual o repertorio cognitivo para aproximarse a la
realidad. La modificación cognitiva del pasado tiene una influencia
significativa en el ámbito emocional y corporal.
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